El Louvre, un museo modelo

Turistas fotografiando la Mona Lisa de Da Vinci.
Turistas fotografiando la Mona Lisa de Da Vinci.

En los años ochenta, Robert Hughes, crítico de la revista Time, advirtió que las principales víctimas del supermercado de arte serían los museos, porque ante la tentación de cifras descomunales, los donantes harían mutis por el foro. Y así fue. Obras cedidas en calidad de préstamo, como Los lirios, de Van Gogh, o el Retrato de Cósimo de Médicis, de Pontormo, fueron retiradas por sus dueños y enviadas a subasta y lograron, en ambos casos, precios récords. Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda, la otra vincula la escalada imparable del arte al crecimiento exponencial de la audiencia. Nunca los museos tuvieron tanta adhesión del público, llegando a la instancia actual que los convierte en atracciones turísticas, con el beneficio que este caudal de visitantes supone en la «taquilla» y en la rentabilidad de las inversiones hechas en infraestructura y en adquisiciones. En esta nueva misión, ganaron aquellas instituciones que midieron sus gastos como una inversión para posicionarse en las preferencias de los viajeros culturales. El caso más conocido es el MoMA de Nueva York, que gastó más de 600 millones dólares en la ampliación de su sede y subió el valor de la entrada a 20 dólares. Pero el ejemplo más interesante es el del Museo del Louvre, actualizado este fin de semana por Souren Melikian, en el Herald Tribune. El hábil viraje dado en la conducción por su director, Henri Loyrette, se basó en dos pilares: ampliar la audiencia y acrecentar las colecciones. Los resultados están a la vista. Cuando Loyrette asumió la dirección en 2001, el Louvre tenía cinco millones de visitantes, hoy son más de ocho. El 20 por ciento de la recaudación se destina a la compra de obras. El Louvre recibe sólo el 47% de su presupuesto del Estado, sostiene su expansión con los beneficios de taquilla, acuerdos con empresas, alquileres para eventos y convenios con museos extranjeros. Quienes se rasgan las vestiduras al oír la palabra negocio asociada con el arte deberían tomar nota de la enseñanza de Loyrette: de tener una interna gremial de difícil manejo, hoy es saludado con sonrisas por sus empleados. La planta estable es de 2100 personas y, desde 2003, se ocupa de lograr rentas de bajo costo para empleados de menores recursos. Esta campana internacional debería repicar en oídos más cercanos. Está todavía fresco el episodio de marchas y contramarchas planteado entre el director del MNBA, Guillermo Alonso, y el secretario de Cultura, José Nun, por la compra de un Berni en el último arteBA.

Publicado en el diario La Nación

Un comentario en “El Louvre, un museo modelo

  1. Es una pena que en nuestra ciudad de Catamarca no se vea al arte como un negocio turístico. Teniendo tanta cultura para mostar. Dónde están los funcionarios que no se dan cuenta? Muy bueno el blog.

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