Hay que cuidar el alma de las ciudades

Leonardo Combes, arquitecto.
Leonardo Combes, arquitecto.

El responsable del Laboratorio de Sistemas y Diseño de la Facultad de Arquitectura de la UNT, Leonardo Combes, no le escapa a la polémica.

Locuaz, discutidor, el arquitecto Leonardo Combes afirma con tono vehemente que lo que les da encanto a las ciudades – y a los edificios -es “el alma”. Un alma de la que Tucumán se ha desprendido, opina él, con el tono polémico que él sabe que despiertan sus opiniones entre sus colegas y discípulos que, sin embargo, lo respetan. Viajero con mucho millaje sumado- ha trabajado en Argelia, en Francia, conoce al dedillo cada recoveco de la vieja Europa -Combes opina que el “alma” de las ciudades no tiene que ver tanto con la grandilocuencia de sus construcciones como con la preservación de una identidad que no sólo es es edilicia sino, también, histórica y social.

-¿La arquitectura es arte u oficio?
-Es una pregunta clave. El punto es: qué es la arquitectura.La arquitectura es un concepto muy abstracto,casi como los universales en Filosofía, que abarca una inmensidad de cosas; objetos físicos, conceptos, palabras; y eso se corporiza en los edificios. Sin edificios no habría arquitectura; sin embargo, el edificio no es la arquitectura; es el edificio. A ese edificio hay que diseñarlo; y aquí viene la diferencia entre arquitectura y diseño; uno tiene una idea en la cabeza que se corporiza a través del diseño; en el fondo hay un oficio, que es el diseño, y hay una creación, que es la de la concepción. La mayoría somos diseñadores; los arquitectos son Wright, Van der Rohe, Gehry. Nosotros tratamos de seguir el camino que ellos han abierto.

-¿Hay arquitectura en Tucumán?
– Edificios, hay. El problema es a qué le estamos llamando arquitectura. En Tucumán no hay concepción. Ni siquiera Sacriste concebía. Sacriste era un buen diseñador que estaba representando, reconfigurando, los mandatos del mundo moderno. Pero no hay una arquitectura. Hay un conjunto de cosas que se llaman arquitectura. Pasa que ponemos el Guggenheim o la Opera de Sydney, y los usamos como parámetros de comparación. No sé si queda claro: alguien concibe, y da el modelo, y hay otros que hacen una variación sobre ese modelo. O sea, sólo diseñan. Y esos somos nosotros. Y somos bastante malos porque en la facultad no se enseña a diseñar. Pero lo que ha cambiado es la Universidad, en todo el mundo. A pesar de todo, la nuestra es una buena facultad, y nuestros egresados están trabajando en todo el mundo. El laboratorio de Sistemas y Diseño -que es mi chiche, y donde hay un montón de computadoras- es un lugar de investigación: allí se intenta enseñar a diseñar con la computadora. No sólo a dibujar. Lo difícil es diseñar, y a eso tratamos de llevarlo al estudiante.

-¿Cómo explica que haya una buena Facultad de Arquitectura, y que eso no se refleje en la ciudad?
-Son otros tiempos. El Tucumán que yo conocí hace 50 años todavía tenía una forma personal, que le venía de cuando Tucumán tenía un destino, una meta: tenía líderes a quienes se escuchaba, y sabía hacia dónde iba. Hoy, Tucumán es pichuleo. Vea lo que está pasando en Yerba Buena.

-¿Qué está pasando ?
-Era un lugar que estaba consolidado, que tenía un destino. Como lo tenía Tucumán en 1916, cuando se construyeron el Colegio Nacional o el conjunto de edificios en la avenida Sarmiento. Y esa ciudad que tenía un destino, que se reflejaba en sus casas, fueran lo que fueran, casas de estilo ecléctico, hechas por constructores italianos, un estilo bastante modesto, pero tenía su sabor. Los arquitectos la hemos masacrado a la ciudad.

– ¿Hay algo rescatable en Yerba Buena?
-Yo creo que va camino a la destrucción. Es un fenómeno ineluctable, porque las ciudades crecen destruyéndose a sí mismas. Y eso es un fenómeno urbano.muy conocido. Pero en Tucumán hemos perdido la cultura. Y eso es lo que le pasa a la Universidad, que ha dejado de ser culta. Por eso es que ya no es una Universidad. Es una institución técnica, porque no facilita que haya artes, sino que enseña oficios. Y el gobernante, hoy en día, es un bruto. Pero no sólo lo es el gobernante: porque él llama a sus técnicos, y les dice: “hagamos tal cosa”. Los técnicos que están trabajando en Yerba Buena están destruyendo a la ciudad. Muchos de ellos son discípulos míos, y los quiero mucho, y los insulto malamente. Esta mano (se señala la mano derecha) es la culpable: córtenla. Lo que pasa es que el tucumano es pichulero. Mire lo que han hecho con el Shopping de el Bajo. No era una cosa maravillosa, pero tenía su presencia. Qué han hecho: lo destruyeron, pichuleando, poniendo un negocio más, y otro. Eso representa a Tucumán, y eso está pasando en Yerba Buena. Porque este lugar tenía personalidad, tenía sabor. Yerba Buena tenía esa cosa semirrural , y la gente hacía su casa porque le gustaba el verde, aun cuando no hubiera cloacas; los pájaros han emigrado, y a los grillos, si los hay, ya no se les oye el canto, porque queda opacado por el ruido de las bailantas, o de las discotecas, o de los autos.

-¿Qué opina de la discusión sobre el Abasto?
-El Abasto no es ninguna maravilla; pero es lo que tenemos. Y si lo reciclamos, lo pintamos…Pero , además, lo que tiene es un alma. La Casa Histórica, lo que tiene es un alma. Cuando uno se para enfrente, todos los congresales de la Casa, como fantasmas, se nos meten adentro. Y para mucha gente no es así, pasan por delante sin verlos. Pero para el turista que se para frente a la Casa, sí lo es. Y era lo que pasaba con el Abasto. Los que hemos ido durante años a comprar verduras con la bolsita recordamos que era tan hermoso ver por la mañana esas carretas llenas de verduras, y con esos bares en lo que había olor a churros. Hay un alma de las cosas que no debe ser destruida. Tucumán, después de esa época en la que hubo gente que tenía alma, aparte de perder el rumbo, se mediocrizó.

LEONARDO COMBES
Arquitecto. Profesor Titular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, donde es el responsable del Laboratorio de Sistemas y Diseño. Es un investigador permanente en el área de la computación y de la programación. Ha sido un pionero en la introducción del uso de la computación en la práctica de la arquitectura. Ha trabajado dos años en Argelia, donde hizo mucha obra pública, y cinco años en Francia. Tiene tres hijos y una nieta.

 Nota publicada en el diario La Gaceta de Tucumán

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