Pensar la ciudad

La necesidad de contar con equipos con ideas frescas, para afrontar el futuro.
La necesidad de contar con equipos con ideas frescas, para afrontar el futuro.

Administrar una ciudad, no es tarea fácil. Un intendente debe afrontar diariamente los problemas, brindando a los vecinos soluciones inmediatas. Entonces… ¿qué pasa con la reflexión y el debate de la ciudad de la próxima generación, tan necesarios en el seno de un gabinete municipal?

La ciudad de SFVC –por ejemplo– afronta serios desafíos de cara a las próximas décadas. Los datos del último censo nacional hablan de una realidad dolorosa: el interior de la provincia se está despoblando y el Área Gran Catamarca crece.

Por lo tanto, nos enfrentaremos con problemas como la falta de agua –por la gran extensión de la urbe–, de energía –ante la escasez de combustibles fósiles–, de oportunidades de trabajo, de emigración de vecinos hacia otras ciudades, de crecimiento descontrolado de la trama urbana, etc.

La planificación es clave en estos momentos. Debemos retomar como modelos de previsión, la generosidad de Luis Caravati cuando hizo escuela a fines del siglo XIX, y la actitud de Eduardo Sarrahil y Rubén Gazzoli cuando sentaron las bases del ordenamiento de nuestra ciudad en la década del setenta.

Estado y Academia, juntos

En los Estados Unidos, desde hace un tiempo, surgieron pequeñas Escuelas de Arquitectura que se basan en la transversalidad alumno-profesor, insertadas en sus comunidades, procurando soluciones con una postura crítica frente a las problemáticas urbanas.

En nuestras ciudades no contamos con Escuelas de Arquitectura de Posgrado en los municipios de las capitales, como ocurre en otras urbes del mundo desarrollado. No está previsto este modelo para pensar las cruciales problemáticas urbanas que requieren debate, apertura, reflexión e intercambio de ideas para desarrollar el espíritu crítico, tan necesarios en estos tiempos.

El futuro debería basarse en la idea de construir entre todos una “ciudad sustentable», intentando satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.

Los intendentes de nuestra provincia pueden conducirnos, de la mano de buenos equipos que hagan escuela, hacia ideas brillantes, frescas y que produzcan una revolución cultural. El maridaje política-previsión junto a un recambio generacional de nuestra dirigencia, nos permitiría soñar y construir mejores ciudades.

Un plan

Cuando pensamos cómo será nuestra ciudad dentro de veinte o treinta años, nos invade una gran incertidumbre por saber qué pasará con los espacios públicos que vemos hoy en día.

¿Se borrará de nuestra memoria el paisaje urbano que estamos acostumbrados a ver? ¿Variarán sus funciones? ¿Cambiará su estructura? ¿Qué pasaría si toda la ciudad se viera “invadida” por la saturación del uso del suelo? ¿Qué pasaría con el área central de nuestras ciudades, que a duras penas conservan todavía algo de la imagen que les da identidad y que sirve fundamentalmente para propiciar la actividad del turismo urbano?

Muchas preguntas con pocas respuestas. Quizás habría que tomar en cuenta un pensamiento del arquitecto Le Corbusier, cuando dice: “El plan es el generador; sin plan, sólo hay desorden y arbitrariedad”

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