¿Por dónde pasa el desarrollo?

La transformación de Poblenou en un distrito innovador.
La transformación de Poblenou en un distrito innovador.

En la Escuela de Arquitectura de La Rioja, un grupo de alumnos está trabajando en el concurso organizado por la revista Vivienda, sobre el desarrollo de un corredor turístico-cultural en el sur riojano.

Por tal motivo se generó en los talleres un debate sobre cómo hacer para que pequeñas comunidades de nuestro país, en las que viven miles de jóvenes que no tienen futuro y que los lleva a emigrar a las grandes ciudades, también sin futuro, puedan intentar un camino alternativo que los lleve a ser felices.

Mucho puede hacer la arquitectura para ayudar a solucionar estos problemas. Ya lo decía el arquitecto Eduardo Sacriste: “un arquitecto debe ser capaz de proyectar y resolver correctamente problemas no complejos de arquitectura; debe tener sensibilidad plástica, conciencia social y un grado de cultura acorde a su nivel universitario”

Al releer el pensamiento del maestro, destacamos aquello de la “conciencia social” que lleva a los profesionales a poder tomar una posición, como lo hicieron los maestros del Movimiento Moderno con los problemas que enfrentaba la humanidad en las ciudades de comienzos del siglo XX, producto del “progreso” –léase irónicamente– de la revolución industrial.

No hace mucho, se emitió por televisión un documental sobre las comparaciones del cultivo de la papa en EE.UU. y en Sudamérica. Mientras en el país del norte los agricultores producen miles de toneladas de una sola variedad de papa –todas de igual tamaño para venderlas a las cadenas de comidas rápidas– requiriendo para ello invertir grandes cantidades de dinero en fertilizantes y plaguicidas con el consiguiente endeudamiento en el banco y una mala calidad de vida que los lleva a la quiebra financiera y moral, en Latinoamérica pasa todo lo contrario.

En muchos pueblos andinos, se cultivan cerca de quince variedades de papa y los originarios se juntan una vez al año –con una gran celebración mediante– a exhibir y vender sus productos, concurriendo la gente con sus mejores ropas, bailando, bebiendo y agradeciendo a la madre tierra el acompañarlos.

¿Por dónde pasa el desarrollo, entonces? Ésta es la pregunta que se hacen muchos jóvenes hoy en día…

El 22@BCN

En la ciudad de Barcelona se viene desarrollando desde hace algunos años el proyecto 22@BCN, constituyendo un modelo de emprendimiento con una gran carga de creatividad, permitiendo, fundamentalmente a los jóvenes, la posibilidad de desarrollarse.

Esta iniciativa transformó el suelo industrial degradado del barrio Poblenou, en un distrito innovador que ofrece espacios modernos para la concentración estratégica de actividades intensivas en conocimiento, aprovechado fundamentalmente por los jóvenes.

Esta experiencia catalana es, a su vez, un proyecto de renovación urbana y un nuevo modelo de ciudad que quiere dar respuesta a los retos de la sociedad del conocimiento.

La convivencia de estas empresas innovadoras y dinámicas con las actividades de proximidad del barrio, como comercio, pequeños talleres, servicios, configuran un rico tejido productivo. Este entorno favorece las sinergias de conocimiento y los procesos de innovación y permiten mejorar la competitividad del conjunto empresarial y la calidad de vida de los ciudadanos que viven y trabajan en el distrito 22@Barcelona.

Este proyecto y seguramente muchos otros llamados “ecosistemas productivos» –de los que hablaremos en otra columna– son de un gran valor para tenerlos en cuenta a la hora de pensar en el desarrollo de una ciudad o una comunidad. Producen un efecto “contagio” muy positivo, permitiendo a la gente joven no pensar que el futuro pasa sólo por tener un empleo público, sino, más bien, por ser emprendedores, con el apoyo de un Estado presente para incentivarlos.

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