Arquitectura sustentable

Holl: un interior del Museo Kiasma en Finlandia.
Holl: un interior del Museo Kiasma en Finlandia.

El término desarrollo sostenible, perdurable o sustentable se aplica al desarrollo socio-económico y fue formalizado por primera vez en el documento conocido como Informe Brundtland (1987), fruto de los trabajos de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, creada en Asamblea de las Naciones Unidas en 1983. Dicha definición se asumiría en el Principio de la Declaración de Río (1992): “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades»

Lo “sustentable” se puso de moda también en la arquitectura y parece que es una palabra que vino para quedarse en este campo. Es curioso observar en los foros, blogs y redes sociales digitales cómo se plantea el debate sobre la buena o mala arquitectura “si tiene en cuenta o no la sustentabilidad”

Justamente, hace unas semanas visitó Buenos Aires y otras ciudades argentinas el arquitecto Helio Piñón –profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la Universidad Politécnica de Cataluña– planteando que la arquitectura de calidad siempre ha sido sustentable, y que usar esta palabra es un nuevo “fetiche” comercial.

Piñón, en un reportaje a una publicación especializada en estos temas, dijo: “Si, creo que la sustentabilidad es el último fetiche comercial que se ha lanzado al mundo de la arquitectura, porque la arquitectura de calidad siempre ha sido sustentable. Es simplemente utilizar el sentido común. Es una manera de ponerle un nombre al problema, enmascarar la incapacidad para controlarlo. Como discurso es irrelevante porque el tema está en la propia base de la arquitectura. A mí sólo me interesa la arquitectura muy buena, y esa es siempre sustentable porque está hecha por gente inteligente. Debería ser un problema de la Justicia, cuando se hace un edificio manifiestamente “insustentable” porque está mal planteado, porque la estructura es cara, porque los cerramientos son incompetentes para la situación climática”

Por otro lado, el arquitecto estadounidense Steven Holl, se muestra contundente en el momento de abordar el tema de la arquitectura sustentable cuando dice: «sólo la arquitectura comprometida con el medio ambiente está en condiciones de sobrevivir al futuro»

Autor de una enorme obra, en la que la abstracción se levanta con un absoluto respeto hacia el entorno, Holl asegura que la obra que mejor define su forma de entender la arquitectura es el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, en Helsinki (Finlandia–1998) un edificio, que en el mundo de este estadounidense, la luz tiene un protagonismo fundamental: “divide los espacios y traza las líneas”
En opinión de Holl, los arquitectos se enfrentan a tres retos importantes, en primer lugar, en un mundo cada vez más privatizado hay que pensar en “espacios públicos” El segundo punto tiene que ver con el “medio ambiente”: no debe haber ni una sola agresión al entorno y, además, hay que pensar en que las fuentes de energía se agotan y debemos aprovechar lo que tenemos. El tercer aspecto trata de la “memoria del lugar” en el que se construye el proyecto. Ahí es donde piensa el arquitecto, que brota la poesía y la capacidad de emocionarnos. Entonces, concluye: “ya no hay cabida para los arquitectos estrella o a aquellos creadores que sólo atienden al capricho puramente formal”

A modo de síntesis, podemos decir que tanto Piñón como Holl, más allá de sus diferencias, plantean que la buena arquitectura es la que tiene en cuenta el medio natural y cultural en la que se implanta, por lo tanto deberá ser, sustentable.

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