El automóvil, el paradigma del siglo XX

Nota publicada en el diario El Esquiú el sábado 18 de julio de 2020.

“Un ciclista es un desastre para la economía. No compra un auto y no tramita créditos para ello. No compra combustible y no usa los servicios de talleres. No tiene seguro. No paga estacionamiento. No tiene obesidad. Además, está sano. La economía no necesita a las personas sanas. Ellas no compran medicamentos, ni van a los médicos privados.” Esta cita anónima que puede leerse por estos días en las redes sociales, es el disparador para pensar qué está pasando con la movilidad en nuestras ciudades.

Esta claro que el automóvil fue el paradigma del siglo XX. Este medio de transporte tenía sentido en otro mundo, en el que pensábamos que la independencia que nos daba al trasladarnos, nos haría más felices y solucionaría todos nuestros problemas. El mundo está cambiando y las ciudades se están densificando. La contaminación ambiental está deteriorando la calidad de vida de los vecinos.

Ciudades como la nuestra, donde la movilidad está normada por el conductor alto, atlético, masculino y de buenos ingresos económicos, que conduce una camioneta de gran porte y que se abre paso por donde quiera en nuestro casco histórico del área central, quizás nos impide entender que en estos tiempos se presentan nuevos desafíos en el traslado de las personas.

Los que comparten pensamientos como el que leyeron al comienzo de esta nota, no nos están diciendo que tenemos que dejar nuestro auto y salir corriendo todos a tomar una bicicleta como única posibilidad para ir desde nuestra casa al trabajo. El mensaje que nos deja es del nuevo enfoque: el de la movilidad sustentable.

Y aquí cobra sentido el pensamiento que se sostiene actualmente en los ámbitos donde se estudian estos problemas; la bicicleta forma parte de una de las tantas posibilidades de movilidad de las personas: el futuro próximo es la mixtura.

Usar el auto, sacar la bicicleta, caminar, subirse al auto de un vecino, viajar en un ómnibus, etc… Esto va a cambiar en función del día, de la estación del año y del estado de ánimo de la sociedad. Quizás es un poco difícil de entender en sociedades como las nuestras, pero quienes toman decisiones en materia de movilidad en los organismos estatales, tendrán que ponerse a pensar en este nuevo desafío y dejar previstos los soportes para que esto pueda darse.

Tal vez resulta un poco difícil asumir este paradigma, pero lo cierto es que vamos a tener que ir incorporando esta mirada flexible y versátil en la forma en que nos movemos en el territorio en el que se encuentra nuestra ciudad.

La Gobernanza del Gran Aglomerado Urbano de Catamarca tendrá que comenzar a pensar cómo afrontar con creatividad el desafío de la movilidad en los próximos años, previendo estrategias para que los ciclistas cuenten con su “vía de atajo”, que no interfiera con las calles y avenidas dispuestas para el uso del automóvil.

Con imaginación y con herramientas de diseño se tendrá que dar la señal que es posible circular en bicicleta o caminar por calles protegidas con sombra y separadas de las calzadas con intenso tráfico automotor; creando atajos entre las subidas y las bajadas de nuestra geografía para permitir que la versatilidad en la movilidad sea posible.

Ideas como las que se expresan en muchos ámbitos de discusión de problemáticas urbanas, nos motivan a comenzar un debate en nuestra sociedad sobre la movilidad sustentable y entender que la bicicleta, el peatón, el transporte público, no tienen distinción de género, edad, condición física ni condición social o económica, sino que forman parte del paradigma de la movilidad del siglo XXI.

Las actuales circunstancias que vive la Humanidad con esta pandemia, nos presenta una oportunidad para tomar decisiones entre todos como sociedad, que se convierta en un punto de inflexión en el desplazamiento de las personas en el área central de nuestras ciudades, para contar con una mejor calidad ambiental.

Por Basilio Bomczuk

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