El día comienza con los primeros cantos de los gallos. Unas mulas sueltas merodean en la Plaza de Armas. Se escuchan tres campanadas de la iglesia anunciando a los vecinos el inicio del Ángelus. Los hombres, antes de salir a recorrer las acequias con sus palas, se preparan para decir sus oraciones y las mujeres sacuden sus mantillas bordadas con puntillas de color negro para asistir a la primera misa.
El viernes 25 de mayo de 1810 parece ser otro día con sol. Don Gregorio Segura y Tolosa, alcalde de SFVC, envía a uno de sus criados a citar a los regidores para la primera reunión del día en el Cabildo cuyo único tema será la organización de los festejos en honor al rey Fernando VII.
Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires, una multitud se reúne en un día lluvioso frente al Cabildo en la Plaza Mayor y al grito de “El pueblo quiere saber de qué se trata” manifiesta su intención de dejar de ser súbditos de la corona para convertirse en ciudadanos.
En A vos Ciudad, el historiador Marcelo Gershani Oviedo cuenta: “En Catamarca, la idea de revolución, como una imagen idílica de romper las cadenas que entendemos hoy, no era tan así. No estaba muy claro para los vecinos qué pasaba”
Nuestra ciudad –de acuerdo a los informes de la época– hacia 1840 es un pobre caserío de unas 800 almas y la plaza es apenas un baldío sin ocupar, con una imagen muy desoladora.
En A vos Ciudad, el arquitecto Ricardo Palacios dice: “Entonces, no es muy difícil imaginar que, en 1810, cuando se produce la revolución, nuestra ciudad era muy pobre y formaba parte del conjunto de pueblos históricos de las chacras y del pedemonte del Ambato. Estos asentamientos de las chacras tenían una economía propia del lugar y no era conveniente la vida en la ciudad. La gente era reticente a ocupar el espacio urbano según las consignas de la corona española sobre cómo congregarla en sus ciudades”
El centenario
Distinta era la situación de nuestra ciudad en 1910, cuando en el país nos disponemos a celebrar el Centenario. Hacia la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada de los arquitectos italianos, SFVC comienza a transformarse.
El centenario llega con una ciudad que es el producto de una verdadera revolución arquitectónica, que refleja el pensamiento republicano de la época y esto se trasunta en su arquitectura.
En 1910 nos encontramos con una ciudad totalmente distinta por la claridad conceptual de los arquitectos y la envergadura de sus obras. No se trata de obras sueltas sino, de un plan tácito incorporado que debe hacerse y que los gobernantes lo saben.
A 200 años
Nuestra patria cumple hoy 200 años. La Revolución de Mayo inicia el proceso de surgimiento del Estado Argentino, basándose en los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
En este contexto histórico, SFVC que en 1810 era una aldea, se transforma en 1910, en la “Atenas del Norte”. El modelo de la ciudad hispánica sirvió perfectamente de soporte al modelo de la ciudad republicana, permitiendo que llegara intacta hasta casi finales del siglo pasado.
SFVC pasa de ser una ciudad hispánica que responde a la corona, a una republicana; sus vecinos pasan de ser súbditos, a ciudadanos. Una ciudadanía pastoril de las chacras, cambia por una ciudadanía urbana.
En 2010, podemos afirmar que contamos en nuestra ciudad con una rica herencia y un gran espíritu participativo de los vecinos –demostrado hace dos décadas– que nos permitirá, en un tiempo no muy lejano, producir una revolución cultural para posicionarla entre las más importantes del país.