El Salón Internacional del Auto de Ginebra abrió sus puertas este miércoles en medio de una crisis económica sin precedentes que los analistas estiman será duradera. Esta crisis ha puesto en terapia intensiva a todo el sector de la fabricación automovilística que emplea directamente a 2,2 millones de personas en Europa. Los constructores tratan de frenar la caída de las ventas renovando la oferta con vehículos más “verdes”, más compactos o menos onerosos, al tiempo que una parte de la clientela busca nuevos medios para desplazarse, como el transporte público o la bicicleta.
Luego de sacudir a Estados Unidos, la crisis del sector automotriz se ha instalado en Europa; donde las ventas de vehículos nuevos cayeron casi un 27% en enero de 2009. En este contexto de gran morosidad se abrió el Salón Internacional del auto de Ginebra, uno de los más importantes del mundo.
Una cita en la que los constructores hacen alarde de una creatividad exacerbada con la presentación de unas 120 primicias mundiales o europeas, en particular modelos que utilizan las nuevas tecnologías “verdes”, menos consumidoras de carburantes y por ende menos contaminantes.
Pero los constructores saben de antemano que esta ola de nuevos modelos que se lanzan al mercado no será suficiente para seducir a una clientela cada vez más inapetente. “Tenemos la certeza de que la gente tendrá siempre necesidad de desplazarse”, explica Patrick Pelata, director general de Renault. “Pero constatamos que tener un vehículo ya no es una prioridad; que la potencia del motor, por encima de lo permitido en las ciudades, es menos importante que antes y que, por el contrario, el consumo, el respeto al medioambiente y el costo de utilización han remontado en la escala de prioridades de los automovilistas”.
Para algunos, el futuro del sector se juega en la capacidad a adaptarse a los nuevos modos de vida y a los cambios en las necesidades de los consumidores. Los automovilistas de hoy consideran que tener un vehículo es más un lastre que un instrumento de libertad. “Hoy día las mentalidades han evolucionado; tener un automóvil no es un imperativo inmutable” sostiene Philippe Ratto, presidente de la empresa de alquiler de automóviles en libre servicio Caisse Commune. Es decir, que en un contexto de crisis, el vehículo se ha convertido en un artículo del que los clientes estarían dispuestos a prescindir.
A esto se suman las nuevas condiciones de financiamiento de los bancos, fenómeno que afecta a una gran mayoría de particulares que compran a crédito. Esto tendrá una incidencia directa sobre las previsiones de las ventas en Europa: en 2009, el mercado deberá contraerse entre un 15% y 20% en promedio en toda la zona. El cielo es menos gris en Francia donde el Estado aprobó un bono de 1.000 euros para aquellos que entreguen su vehículo usado, lo que ha incitado a muchos a comprar coches nuevos.
En la actualidad, además hay una nueva demanda de vehículos más sobrios y menos onerosos, lo que contrasta con los precios elevados, una tendencia que se ha consolidado en los últimos años. “Desde hace varios años hay una demanda general de autos menos costosos y favorables al medioambiente pero seguros; por ello en Europa han salido al mercado modelos como el “Logan” de Renault hace algunos años, o el “206s” de Peugeot o el “Nano” de la firma india Tata, que se presentan en el Salón del Auto de Ginebra”, explicó a RFI On Line en español el profesor Patrick Fridenson, del Grupo de Estudios y de Investigación sobre la Industria y los Asalariados del sector automotriz (GERPISA).
“Todo esto constituye la premisa de una segunda revolución del automóvil, una nueva era donde los constructores tendrán que ‘reinventar’ la industria automotriz para responder a las nuevas exigencias de la sociedad”, afirma Fridenson. “Desde hace años estamos viendo movimientos masivos de usuarios hacia otros medios de transporte como el tren o, en muchas ciudades europeas, la bicicleta. La gente hoy día tiene otros hábitos para desplazarse, a menor precio y más duraderos. Y esto se ha venido gestando antes de la crisis económica; pero el contexto actual ha acelerado estos cambios”, concluye Fridenson.
La caída de la demanda ha comenzado a tener efectos nefastos en el mercado del trabajo en un sector, el automotriz, que emplea a 2,2 millones de personas de forma directa y 10 millones de manera indirecta. En 2009, PSA Peugeot Citröen va a suprimir 11.000 empleos, Renault 9.000, mientras que Volkswagen, primer constructor europeo, no renovará los contratos a 16.500 personas. Cifras que presagian tiempos duros para la actividad que más empleos industriales concentra en Europa.
Nota publicada por Por María Carolina Piña en Radio Francia Internacional