Nota publicada en el diario El Esquiú el sábado 14 de noviembre de 2020
Hoy les presento en esta columna de opinión a un arquitecto chileno que proyecta y construye arquitectura de buena calidad en el vecino país de Chile. Tuve la oportunidad de conocer al arquitecto chileno Edward Rojas hace unos años, en una universidad pública argentina en el marco de una visita académica.
Tuvo una cálida recepción por parte de los alumnos de los talleres de arquitectura, a quienes les contó su experiencia profesional. Describió además y con gran entusiasmo, el medio natural y cultural donde ejerce su oficio. Más tarde, en un anfiteatro repleto, el arquitecto dio su conferencia, titulada: “Volver al origen. La arquitectura del Parque Tantauco en Chiloé”.
Rojas se define como arquitecto, profesor universitario, artista plástico y gestor cultural. En 1977 egresa de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Chile sede Valparaíso y decide ejercer su oficio en el sur del país vecino y no en el norte minero, de donde es oriundo.
Radicado en Chiloé desde hace 40 años, con la fundación del Taller de Arquitectura Puertazul, junto al arquitecto Renato Vivaldi en 1978, comienza una fértil producción arquitectónica y teórica acerca de la condición de la cultura insular. Su actividad en el estudio recoge y pone en valor, entre otras cosas, el patrimonio arquitectónico y cultural de Chiloé, y la problemática tradición–modernidad local y Latinoamericana.
Dice Rojas: “Una de los aspectos más fantásticos del oficio de arquitecto, es el poder ser parte de un proceso creativo, que hace que lo intangible se vuelva tangible, y que lleva a que aquello que era inmaterial, como un sueño, una idea, se vuelva espacio recorrible en tanto obra real de arquitectura, que a su vez se hace parte de otro proceso, que da forma a la cultura”.
La extensa obra del arquitecto chileno incluye: viviendas unifamiliares, infraestructura, reciclajes, restauraciones y parques ecoturísticos. Dentro de éstas últimas, se encuentra el Parque Tantauco, una intervención hecha con la aromática madera del ciprés, en un territorio de 300.000 hectáreas ubicado al sur de la isla de Chiloé.
Al hablar de Rojas, no podemos dejar de asociarlo al material que más conoce y quiere: la madera. Cuando habla de ésta, podemos darnos cuenta que nadie como él sabe de sus cualidades y desventajas, con un conocimiento tan profundo, que pocos arquitectos lo tienen.
Así como Mies van der Rohe conoce la piedra trabajando en la cantera junto a su padre desde niño, permitiéndole comprender la lógica de la construcción al observar la iglesia de su ciudad; Rojas conoce la madera de Chiloé por contraste con su Chile minero de donde proviene.
El arquitecto chilote pone de relieve el valor de la madera como recurso natural, cultural y productivo, dando cuenta de la diversidad de aplicaciones y de usos posibles que ofrece y su capacidad para dar múltiples respuestas tecnológicas.
Como ya lo dijeron los críticos de su obra, en la arquitectura de Edward Rojas, se ve cómo recompone y une los elementos del pasado con lo moderno de una manera sincrética, tomando a la madera para tal fin.
Entre los colegas chilenos se destaca la lucha del arquitecto Rojas por preservar los palafitos que están ubicados en el sur del país hermano. Estas viviendas elevadas, sobre pilares o estacas, construidas a orilla del mar (como se ve en la foto), pueden formar grandes asentamientos humanos.
Estas construcciones se comenzaron a hacer a fines del siglo XIX cuando llegaron campesinos que no tenían un espacio donde vivir, por eso las hacían a la orilla del mar. El gobierno de la última dictadura, pretendió derribarlos porque “no daban una buena imagen, ya que mostraban a una Chile pobre”.
Cuando Rojas reflexiona sobre su obra se pregunta: “¿es el lugar el que hace la obra o es la obra la que hace el lugar?”. Seguramente, la madera dialoga con él respondiendo su incertidumbre…
Por Basilio Bomczuk, arquitecto