Lo recomendable sería tener un plan simple

En las calles de una ciudad se puede percibir su dinamismo, cuando se pusieron de acuerdo en algo.
En las calles de una ciudad se puede percibir su dinamismo, cuando se pusieron de acuerdo en algo.

En el anterior programa de radio de “A vos, Ciudad” nos visitó el actual Administrador del Instituto Provincial de la Vivienda, arquitecto Eduardo Brizuela del Moral, con quien coincidíamos que, en muchas ciudades de la Provincia de Catamarca, no existe planificación alguna, en materia urbanística. Esto es perjudicial a la hora de afrontar obras de infraestructura de gran importancia para los vecinos de las mismas.

Cuantas veces los ciudadanos se quejan en nuestro programa, que se han iniciado las obras de cloacas –por citar un ejemplo– cuando un tiempo atrás terminaron de asfaltar a nuevo las calles. O el caso de las familias que fueron adjudicadas en nuevos barrios de viviendas, que no tienen un solo árbol y que sufren las consecuencias del intenso calor estival.

La profunda transformación económico-social que se está desarrollando en el mundo, ha generado en los últimos tiempos la necesidad de elaborar nuevas estrategias desde el Estado, obligando a la reformulación de su papel. En nuestra provincia el Estado Provincial tiene la obligación de orientar a los municipios en la senda de la buena gestión, la descentralización y potenciar a los diversos actores sociales, capaces de generar y garantizar la sustentabilidad y viabilidad de las iniciativas del gerenciamiento municipal.

En el año 1998 se llevaron a cabo unas Jornadas sobre Gestión de Ciudades organizadas por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que aunque pasó ya una década, sus conclusiones están aún vigentes: ”en las ciudades se plantean varios desafíos, el primero de ellos es el de la gobernabilidad; el segundo, de estrategia urbana y el tercero de sustentabilidad”

Cuando hablamos de gobernabilidad hay que tener presente: transparencia, descentralización, participación y previsibilidad. El desafío estratégico es plantearse de qué va a vivir la gente de una ciudad, cuáles van a ser las fuentes de trabajo y al mismo tiempo con qué calidad de vida. Y el reto que tiene que ver con la sustentabilidad: resolver las necesidades de una generación sin poner en riesgo las satisfacciones de las futuras generaciones.

El caso Belén

Belén es una de las ciudades del oeste catamarqueño que más claro tiene su desarrollo urbano en el turismo; aunque sus habitantes todavía no valoren este hecho. Puerta de entrada a los Valles Calchaquíes, ubicada estratégicamente sobre la ruta 40 y con un slogan tan contundente como “la Cuna del Poncho” tiene todas las de ganar. Aquí falta un plan simple que genere confianza y unión entre los belichos.

El ejemplo de Belén se puede aplicar a otras ciudades, en las que el turismo es la principal actividad económica que se percibe como posible. Lo interesante aquí, es destacar que en un Plan Urbano Ambiental se debe contemplar un hecho que no es menor: “¿qué va a producir esa ciudad?”, en otras palabras cómo van a crecer económicamente sus pobladores.

Por otro lado cómo se van a administrar los recursos que provienen del Estado nacional, provincial, de la recaudación propia o del aporte de las inversiones locales. Qué prioridades tendrán esos recursos para las distintas obras y acciones que se necesitan en la ciudad. Cómo el vecino podrá controlar los fondos públicos y el involucramiento en las tomas de decisiones en la administración de los mismos.

Ser más prácticos

La participación entre los vecinos ayuda a mejorar la calidad de vida en una ciudad.
La participación entre los vecinos ayuda a mejorar la calidad de vida en una ciudad.

Como dijimos –con motivo de recordar el Día Mundial de Urbanismo– generalmente los arquitectos recurrimos a teorías sobre cómo afrontar la solución de los problemas urbanos de una ciudad, cuando deberíamos recuperar una actitud muy simple, que parece que hemos perdido: “mirar”. Deberíamos pues, analizar las ciudades desde la percepción y el sentido común. Tendríamos que recobrar la condición básica de “hacer ciudad”, pensando en los edificios y el equipamiento comunitario que proyectamos, no como objetos en sí mismos, sino integrados al contexto urbano en el que nos toca actuar.

También deberíamos pensar que la solución a los problemas de una ciudad y su desarrollo pasa por integrar a las diversas disciplinas que ayuden a encontrar el camino del éxito.

Tal vez, el exceso de teorías con métodos tan complejos y científicos, en reuniones de planificadores en las que se pagan aranceles tan caros y se trae a profesionales de otras realidades, alejan a la gente de aquellos. Por lo tanto los municipios deberían encarar el tema de la planificación desde un punto de vista práctico.

La ciudad es el lugar donde sus vecinos viven y mueren, donde sufren y gozan, donde ríen y lloran, donde aman y odian. Ese es el hábitat. Reconquistar para la humanidad un hábitat que tenga características que le permitan a ser humano desarrollar plenamente su personalidad es posiblemente el reclamo final de una gestión urbana. Y aquí el Estado debe estar presente, para ayudar a encontrar el camino…

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