Modelos de gestión competitivos y una fuerte inversión pública han dado por tierra con un axioma fatal para las artes visuales que convertía a la General Paz en una barrera para la difusión. La frase, repetida por los políticos hasta el cansancio, «Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires», obligaba a los artistas a mudarse a la Capital en busca de espacios legitimadores. Pero ésa es historia del pasado.
La primera señal de cambio llegó muchos años atrás, durante la gestión de Eduardo Angeloz, con la creación del Museo de Arte del Chateau Carreras, cerca del estadio cordobés, por iniciativa de Antonio Seguí.
La falta de continuidad y de inversión traicionó una buena idea que tendría continuidad en Rosario con la apertura del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), inaugurado, por impulso de Fernando Farina, entonces director del Castagnino, en unos viejos silos junto al Paraná, con obra donada por los artistas.
El Macro dio visibilidad a Rosario y a su poderosa tradición artística, encabezada por dos grandes como Lucio Fontana y Antonio Berni. Aquel impulso contó con el apoyo de Hermes Binner, uno de los pocos en advertir que la cultura jugaba fuerte en la política de Estado y que urgía crear redes nacionales de museos, modelo desarrollado con éxito por los franceses primero y, cuando sonó el cuerno de la abundancia, por los españoles con la apertura de la mayor red de museos del siglo XX, desde Bilbao hasta Málaga.
Binner primero y De la Sota después renovaron y ampliaron la oferta museística de Rosario y Córdoba, haciendo realidad el concepto de «red» para muestras itinerantes de gastos compartidos. Convertido en museo, el Palacio Ferreyra alberga hoy las colecciones provinciales y le deja al Museo Caraffa los metros libres para las muestras temporarias que son la sal de la vida, lo que permite la rotación de público y activa la difusión.
Salida del estudio del francés René Sargent (Palacio Errázuriz), la «casa grande» de los Ferreyra es ahora motivo de interés turístico por sus interiores -con algunas reformas discutibles- y por el grato jardín diseñado por el paisajista Charles Thays. La ecuación turismo-cultura, que tan buenos dividendos le dejó a España con sus museos, sus paradores y la fabulosa Ciudad de las Artes de Valencia, diseñada por Santiago Calatrava, tendrá en Rosario una nueva meca.
Está en marcha el Puerto de la Música, la obra más ambiciosa del siglo XXI, un proyecto del gran arquitecto de Brasilia Oscar Niemeyer, cuyas maquetas pueden verse y tocarse en la sala de exposiciones de la embajada de Brasil, abierta al público en Arroyo al 1100 de esta ciudad.
Es impresionante como la fusión de TURISMO-CULTURA ha surtido maravillosos efectos en Cba y Rosario, ciudades que tuve el placer de «vivirlas» junto a mis compañeros de la facultad de Arq. de La Rioja, como primer medida en Cordoba el abanico de posibilidades turisticas-culturales es impresionante y las mismas han dado respuesta a una creciente sociedad cultural desde el Palacio Ferreyra hasta el Paseo del Buen Pastor, seguidamente Rosario a creado con un diseño urbanistico-arquitectonico-paisajistico una rivera incomparable a merced del Paraná desde el Planetario al sur hasta el parque Alem al norte, en sus tierras nacen exponentes arquitectonicos importantes como el Museo de Arte Contemporaneo y la maginifica Obra del Puerto de la Musica donde es evidente el «cogido genetico» de Niemeyer, esto demuestra que las ciudades pueden tener su propia imagen si comprar «el numerito atrazado».