En el programa de Radio Unión “A vos Ciudad”, con motivo de la emisión numero cuatrocientos, hicimos un programa monográfico sobre el patrimonio arquitectónico de SFVC y su deterioro a lo largo de los últimos años.
Estuvieron presentes los arquitectos Rafael Dalmaida y Ricardo Palacios, Ernesto Jesús Acuña Molina (Administrador de Desarrollo Urbano e Inversión Pública, en la práctica Vice Director Ejecutivo del Plan Urbano Ambiental) y María Alejandra Granizo (a cargo de la Supervisión de Administración de Patrimonio Cultural) Los últimos, ambos, funcionarios de la Municipalidad de SFVC.
Juntos debatieron, por espacio de dos horas, un problema que va en aumento en ciudades con escala como la nuestra, como es la destrucción del patrimonio arquitectónico.
Para iniciar el debate contamos con la valiosa intervención del arquitecto Luis Grossman, a cargo de la Dirección General de Casco Histórico del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. El ex columnista de Arquitextos del diario La Nación, contó su experiencia de trabajar en un área de la ciudad de Buenos Aires en la que viven 120.000 habitantes, en solamente dos barrios: San Telmo y Montserrat.
Grossman se explayó contando la feliz idea que pudo concretar hace poco tiempo, al colocar 113 bancos distribuidos en las diez cuadras que abarca la Avenida de Mayo, entre la Plaza de Mayo y la Plaza Congreso, con un diseño en hormigón gris que se funde con el entorno. La gente que se sienta en estos, obtiene vistas a las fachadas de los edificios históricos, como el Palacio Barolo, el ex La Prensa o el Pasaje Roverano. El arquitecto porteño dijo que “la idea surgió porque siempre pensé que Buenos Aires es una ciudad poco amable con los paseantes, porque no hay bancos en las calles…”
Noten el detalle del lado humano de la preservación: habla de los edificios no como objetos intocables, sino como si tuvieran vida y como soporte de la actividad productiva del turismo urbano.
Continuó Grossman: “los edificios tienen que tener vida; no hay que permitir que un edificio se convierta en un mausoleo. No hay que tener una reverencia excesiva y no tocarlos. Hay que ver los buenos ejemplos en el mundo de intervención en viejos edificios, con el agregado de arquitectura contemporánea. Esto pasó, por ejemplo, con el Museo Reina Sofía de Madrid” Para finalizar así: “hay que “agiornar” los edificios y que “vivan” el mundo contemporáneo…”
Turismo urbano y Patrimonio en SFVC
A su turno, el arquitecto Rafael Dalmaida señaló algo, que quizás se perdió de vista: “la obra de arquitectura se defiende precisamente, defendiendo toda la ciudad”. El arquitecto sostiene que en el caso de la calle San Martín –frente a la plaza principal de SFVC– donde se ubica la casa Navarro de Caravati, se la debe considerar teniendo en cuenta los otros edificios que conforman el entorno de esa cuadra, incluyendo el Cine Teatro Catamarca. Así es como se preserva la arquitectura que constituye nuestro patrimonio.
Dalmaida sostiene que teniendo en cuenta este patrón para la preservación, se conserva nuestra historia y nuestro estilo de vida, hechos éstos tan seductores para los turistas que visitan nuestra ciudad.
Luego en el programa intervino un oyente quien señaló que hace falta una fuerte decisión política, por parte del intendente, y conciencia emprendedora, por parte de los empresarios del medio, para hacer que el Casco Histórico de SFVC sea productivo desde el punto de vista turístico, como lo señaló el arquitecto Rubén Gazzoli allá a fines de los setenta del siglo pasado, cuando formuló su plan.
Como decía el arquitecto Acuña, algunas inmobiliarias compran las casas y las derriban, resultando así más fácil la venta de los terrenos, ya que los nuevos propietarios no tienen que “cargar” con el estigma de derribarlas.
Evidentemente estamos en presencia de un problema cultural, propio de sociedades subdesarrolladas y que deberemos superar, si queremos que nuestra ciudad “viva del turismo”
Y como se hace que un edificio antiguo tenga vida?, simplemente dandole una funcion?. Como combinar dos estilos arquitectonicos (antiguo-contemporaneo) que contrastan tanto? no seria ensuciarlos mas?. Saludos
Ricardo: Creo que es muy difícil fusionar una arquitectura colonial con un edificio todo de hierro y vidrio… o por lo menos no lo he visto en Catamarca… los intentos por preservar las fachadas de las viejas casonas han sido de lo peor. Por lo tanto, estoy de acuerdo con vos. Pero no creo que porque esto no sea posible, o casi imposible, debamos tirar todas las casas viejas. La ciudad de Catamarca tiene un encanto. Y sabemos que parte de ese encanto se lo da la arquitectura. Me cuesta imaginar una ciudad como la nuestra con rascacielos, estructuras elevadas. Si fuera una ciudad nueva, se justificaría. Pero el perfil y la cara de la ciudad ya están delimitados. La pregunta sería, ¿qué se pierde con cada casa que se tira? Y ¿qué se gana? Si se gana más de lo que se pierde, teniendo en cuenta lo económico, lo cultural y lo social… bien, se justifica. Es verdad que tampoco podemos conservar todas las casas que existen. Ni Buenos Aires, ni Córdoba, por dar dos ejemplos concretos, lo hicieron. En todo caso se realizó una selección de aquellas construcciones más representativa y que eran muestra viva del origen de esa ciudad. Estoy de acuerdo con el arquitecto Luis Grossman. Sería imposible pensar en hacer un museo en cada casa. Más que imposible, sería ridículo. No hace falta. Tranquilamente se podría convertir un espacio de esas características en algo funcional… que en definitiva son para lo que fueron construidas. Pongo como ejemplo la ciudad de Salta. Quién no se quedó maravillado con las viejas casonas, los balcones. A qué se debe eso? A una política. En el momento que se dieron cuenta de que eso formaba parte de la cuidad se hizo todo lo necesario para conservar ese patrimonio. Por lo tanto, es imposible pensar en una acción del mismo tipo en Catamarca? En Salta, eso, acaso no ayuda a la atracción turística? Repito la pregunta. ¿Es imposible pensar dos segundos en qué se puede hacer con esas construcciones en Catamarca? Por ahora, parece que sí. Seguimos esperando que se prenda la lucecita mientras se siguen destruyendo parte de nuestra identidad. Dos ejemplo que son para lamentar. Una la vieja casona ubicada en la calle Salta, a la par de la escuela Clara J Armstrong. Yo algo recuerdo del debate que se originó cuando vendieron esa propiedad para hacer una playa de estacionamiento. Tuve la oportunidad de hablar con los dueños de esa casa y me contaron los detalles de las propuestas que el gobierno hacía… ninguna. La política de aquel momento no le interesaba, o que quería invertir demasiado dinero en la conservación de ese espacio. Hoy, solo es recuerdo de una hermosa casona. Hoy es o será una gran playa de estacionamiento. Es esto cuidar nuestro patrimonio? Creo que no me parece. Otro: la casa que se encontraba en la esquina de República y Maipú. Fue una pena que en menos de una semana se tirara abajo una casa, con una arquitectura coherente con esta ciudad. No sé qué es lo que se estará por hacer allí. Pero habrá valido la pena tirarla…? supongo que por la parte económica sin duda que sí… pero cuándo aprenderemos que una ciudad no sólo progresa por su capital económico sino también por su capital cultural.
El punto de inicio de toda discusión es el pensar qué tipo de ciudad queremos… y el día que se defina fuertemente el objetivo al que se pretende llegar, supongo que todos apuntaremos hacia allí. Y esperemos que no sea muy tarde para establecer ese punto.
Saludos