En estos días pensaba en el arquitecto catalán Francisco Barba Corsini, a quien conocí en su estudio en Barcelona. Me enteré que murió el 11 de marzo de 2008.
A propósito de un trabajo sobre Alvar Aalto -que debíamos hacer para el master que cursaba en la UPC- entrevisté al arquitecto FBC, ya que había estado con el arquitecto finlandés cuando visitó Barcelona en la década del cincuenta.
La siguiente nota fue publicada en el sitio web de FADEA (Federación Argentina de Entidades de Arquitectos) en 2003. En el reportaje disfrutarán de sus reflexioens sobre arquitectura, la ciudad y las anécdotas que compartió con el maestro nórdico.
«La Argentina… un país al que le tengo un afecto especial. Cuando era chico se hablaba de ella… y hasta pensé en un momento en irme a vivir allá…»
Es su primer comentario -además de: «¿…Y cómo están ahora…?»- de este arquitecto que conoce a Alvar Aalto en la década del 50. Un arquitecto, que como otros tantos de su generación, que al escucharlos, nos transmiten con sus palabras mucho del «sentido común», que se ha perdido actualmente en nuestra profesión.
Francisco Barba Corsini nace en Tarragona e 1916, hijo de padre arquitecto y constructor, crece en un ambiente donde se respira ya la construcción. Inicia la carrera de Arquitectura en 1932; pero la Guerra Civil española, donde participa entre 1937 y 1939 como Oficial de Ingenieros, provoca un corte en su vida y en sus estudios. Al finalizar la contienda los reanuda hasta obtener en 1943 el título de arquitecto por la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Entre 1940 y 1946 participa activamente en la reconstrucción de la posguerra, dirigiendo numerosas obras, principalmente edificios urbanos en el Servicio de Construcción, adquiriendo experiencia en la realización de un buen número de obras. Abre su primer estudio en 1945.
Su formación en la Escuela de Arquitectura tuvo una orientación neoclasicista: «Debo decir que, cuando acabé la carrera, todavía no sabía muy bien lo que era ser arquitecto, porque estábamos todos sujetos en aquel momento a una disciplina neoclásica. Los profesores nos corregían sobre el papel y nos planteaban siempre composición clásica o neoclásica. De manera que hacer arquitectura era un trabajo interesante, pero nada más… Era muy aburrido hacer arquitectura»
Como otros tantos arquitectos de la época y dada la formación recibida, decide formarse como autodidacta, a través de las ilustraciones de las revistas de arquitectura de la época. No tiene la experiencia de trabajar en un estudio antes de montar el suyo y, a veces, se lamenta de ello.
Pero lo que marca un giro en su obra y en su vida es el cine de Holywood. Concretamente dos películas le impactan: «El manantial» (1948), de King Vidor y «Que el cielo la juzgue» de John M. Stahl, «donde unas escaleras avanzan inquietantes hacia la edificación, una y otra vez»
«La influencia de la película El manantial, fue indudable. Era un claro ejemplo de lo que es sentir la arquitectura y de la dignidad del arquitecto. Comprendí que hacer arquitectura es estudiar el problema humano, cómo se vive, y pasar horas, días, semanas o meses estudiando, hasta llegar a una buena solución. A partir de aquel momento comprendí que la arquitectura era una cosa sentida, una cosa viva, que había un cambio de tiempo, de materiales, de tecnología y un cambio de arte, y empezó la lucha, por mi parte, a favor de la arquitectura moderna».
Dos son las influencias que marcan el Norte de su concepción de la arquitectura durante toda su vida y de manera cada vez más consciente: Mies Van Der Rohe, «por sus joyas, por sus logros formales, por su anticipación y su concepción estética en el uso del vidrio, por ser casi un profeta»; y Frank Lloyd Wright «por su Poesía»
Con Alvar Aalto
En 1951, durante su visita a Barcelona, conoce a Alvar Aalto. Lo recuerda así cuando años después lo ve en Finlandia: «Cuando llegué lo llamé para ir a verle y me dijo: ‘vente a comer’. Ya había muerto Aino. Estaba casado con Elisa, una arquitecta que había trabajado con él. Estuve en su casa con su mujer y después de la comida me dijo: ‘ven que te voy a llevar a ver lo que estoy haciendo’ y me llevó en coche por Helsinki. Muy simpático, muy agradable, muy campechano. Lo visité un par de veces. Una vez que volví ya tenía montado un estudio alrededor de un patio. En la última visita había muchas personas esperándole ver. En lugar de estar en el estudio, estaba recibiendo las visitas, ya que se hizo famoso porque había hecho una arquitectura natural. De elementos naturales, muy viva pero muy libre. Al mismo tiempo no perfeccionista. Eso de que quedara una madera grabada, casi era un valor todo lo que representaba, el valor del uso humano era importante. Lo vi cuatro veces. Después su mujer trajo a Madrid una exposición que yo ya conocía»
Todo esto lo dice mostrando las fotos con Aalto, Gropius y Sert en Boston y continúa:
«Tuve la suerte de conocer a mucha gente y a estas figuras básicas de la arquitectura, a Mies el padre de la arquitectura moderna limpia. Yo vivía en Barcelona cuando vino Aalto a dar las conferencias. Es importante traer gente que tenga que decir algo y si es posible, que éste algo no este relacionado con la política. A veces llaman a alguien porque está en política. De pura influencia… no digo todos»
Recuerda cómo era España en esos tiempos: «El mundo estaba muy vigilante con España. Se pensaban que aquí estabamos sufriendo. Habíamos salido de una guerra salvaje como todas, pero había un control de un dictador que era Franco. España estaba en una situación muy difícil, pero teníamos la ilusión de levantar. Salíamos poco de aquí. En aquel momento no podíamos salir. En un país pobre como era Finlandia, se empleaba mucho en la construcción el ladrillo. Los materiales de ellos son los que más se acercaban a los que teníamos disponibles. Había una similitud de medios muy bien manejados. Cuando me fui a Finlandia mis amigos me decían: ‘¿tu estás seguro que no te vas a sentir un extranjero…?’ y les decía: ‘no hombre, me voy a Helsinki…’ Para mí la arquitectura finlandesa era la mejor de Europa, hecha con pocos medios, con materiales muy parecidos a los que había en España, mucho ladrillo, muy simplista y con mucha artesanía»
En las revistas españolas de la época, puede verse a Aalto en contacto con arquitectos jóvenes. Y Barba Corsini continúa: «Es que éramos los jóvenes los que nos interesábamos por este cambio. En la escuela en ese momento hacíamos una arquitectura neoclásica y teníamos de visita a un arquitecto muy bueno, y que lo hacía muy bien… »
Sigue así: «Aalto en Barcelona habló de su trabajo y de la Villa Mairea… También recuerdo que hicimos alguna excursión con él… Supongo que le interesaría el Parque Güel. No le interesaría la Sagrada Familia… Según donde iba se ponía de espaldas… si, cuando le llevabas a conocer un edificio más o menos clásico, que podía estar bien, se ponía de espaldas. Y miraba el entorno. Lo considero como que nosotros estábamos incluidos… No quería llenarse más de información falsa e iba por otro camino y decía ‘yo voy por una arquitectura limpia, orgánica, de verdad’. Cuando veía un edificio veía la textura y si había una falla mejor…»
Su intervención en «La Pedrera» y la construcción del Edificio Mitre
Su logro más feliz es el de los apartamentos de La Pedrera de Gaudí, donde rompe con la arquitectura del ángulo recto, que marca el tablero de dibujo; donde pasa las mañanas a lo largo de todo un año, determinando in situ las soluciones finales, alcanzando un resultado que considera irrepetible. Y donde descubre el valor de la figura de Gaudí, del que tiene hasta entonces un concepto vulgar y del que sale marcado por su poética y concepción del espacio.
«Cuando llegué a los trasteros de la última planta del edificio de Gaudí, vi que aquello era inhabitable, porque estaba todo cerrado por paredes, lavaderos y trasteros, y con una buena cantidad de ratas. Le propuse al inversor hacer algo habitable, concentrando el espacio en un grupo de apartamentos, los primeros de Barcelona. Hicimos un apartamento de muestra y vinieron los «Amigos de Gaudí». Llegaron preocupados por lo que se iba a hacer allí y, al ver el apartamento de muestra, propusieron que siguiéramos adelante. Los apartamentos «La Pedrera», hoy ya destruidos y míticos, se llenaron inmediatamente de artistas, pintores, diseñadores y escritores, entre otros.
Entre los años 1959 y 1964 construye en la Ronda del General Mitre, el Edificio Mitre. Un claro ejemplo de unidad autosuficiente para la época y en una zona que no estaba lo suficientemente urbanizada. Este edificio es un ejemplo de arquitectura internacional y con una calidad por el tratamiento de los espacios mínimos. Hoy en día, se podrían tener en cuenta las ideas de Barba Corsini de esa época para resolver el tema del precio de la vivienda en España.
El edificio tiene 11 plantas de altura y está formado por siete casas con acceso independiente con un total de 298 viviendas. 276 apartamentos son de unos 46 m2 de superficie en régimen de alquiler, gestionados aún hoy por una administración única y dotados, en su origen, de una serie de servicios comunes que complementan las viviendas.
Las propias características del bloque Mitre, así como su escaso parentesco con determinadas tendencias más regionalistas de la arquitectura, que empezaba a generalizarse a finales de los años cincuenta en Cataluña, hacen de este edificio un caso singular en la historia de la arquitectura moderna catalana. Un paradigma local de una arquitectura que se entiende a sí misma como internacional.
Siguiendo las propuestas europeas de años anteriores, es éste el primer intento de dotar a una ciudad como Barcelona de una unidad de habitación autosuficiente, con servicios comunes centralizados, que suplan la escasez del espacio privado.
Este proyecto de Barba Corsini supone, ante todo, una exploración acerca de las posibilidades de un espacio para habitar mínimo, que, en aquel momento, llevaba aparejado conceptos nuevos o sencillamente modernos, en cuanto a la forma de vida y, más aún, de convivencia.
No hay en los interiores amueblados armarios, aparadores o cómodas. El interior está exento de añadidos.
Un altillo reduce la altura del techo en el distribuidor y el baño, las paredes se quiebran para dar lugar a roperos o armarios, los tabiques se han hecho desplazables. La arquitectura integra el mueble como solución a lo reducido del espacio, que se hace flexible y cambia en función de cada forma de vida particular, estructura familiar o, simplemente, en función de cada momento que implique un uso diverso del lugar.
El mueble, que había sido aquello en principio móvil, que puede ser movido, desplazado, ha pasado a formar parte de las paredes de la vivienda, la casa había sido, por oposición, el inmuebles, lo inmóvil.
La unidad significante es, en el edificio Mitre, el apartamento. El bloque, al que las fachadas dotan de un carácter unitario, es la suma de aquellos. De ahí deriva el posible carácter de modelo del proyecto; la posibilidad de su exportación a otras situaciones queda así insinuada.
En la actualidad…
En 1954 obtiene el Diploma de Urbanista y en 1965 el de Doctor, siendo nombrado en 1966 profesor del último curso de Proyectos de la Escuela Superior e Arquitectura de Barcelona, incorporando una metodología basada en el trabajo en grupo.
Barba Corsini es una persona de gran tenacidad y energía, que ha pasado por momentos profesionales duros, que no se ha doblado en su lucha con el tiempo, y que sigue trabajando diariamente con ilusión. También es un profesional que sigue con preocupación los problemas de su ciudad y al respecto reflexiona: «No coincido con el actual alcalde de Barcelona, cuando dice ‘que es la mejor ciudad del mundo’. No es así… La ciudad se ha hecho últimamente ampliando las calles. La típica ciudad carretera desechando al peatón… y las ciudades están hechas para que vivan los hombres… Lo positivo de Barcelona es que está abierta al mar y da gusto pasear por el puerto olímpico…»
Uno de sus ex-alumnos, el arquitecto Antonio Armesto, me comentaba la admiración que tiene por este hombre, que a su edad, sigue trabajando y siendo una persona respetuosa. Por eso en homenaje a su constancia en la arquitectura, concluimos esta nota con las propias reflexiones de Barba Corsini, extraídas del libro que ilustra su vida profesional: «El único sujeto de la arquitectura es el hombre, y el objetivo es hacerle más feliz. La Arquitectura debe primero funcionar y lego emocionar; la técnica es sólo un medio y la mejor arquitectura es la Naturaleza, a la que hay que acercarse. Lo fundamental en Urbanismo es tranquilizar la vida humana, separando el tránsito rodado del peatonal»
Muchísimas felicidades por el blog, está muy bien, y en especial todo lo tocante a Aalto.
Es una pena que esté roto el enlace de
fue publicada en el sitio web de FADEA
saludos desde stepienybarno