El ingreso en el museo, proyectado por el arquitecto chino-norteamericano Ieoh Ming Pei, se inauguró en medio de un escándalo el 30 de marzo de 1989, por orden del ex presidente Francois Mitterrand. La etérea estructura de acero pesa 95 toneladas, y su marco de aluminio y cristal 105 toneladas.
La pirámide del Louvre, monumento dentro del monumento que atrae a tantos amantes del arte y turistas como la mismísima Gioconda, cumplió el lunes último 20 años desde que fue erigida en el centro histórico de París, y lo celebra con un sinfín de actos culturales y artísticos.
Coloquios, conciertos, proyecciones luminosas, conferencias, publicaciones, sesiones de cine y paseos «nocturnos» musicales recordarán a lo largo de este mes de abril que el promotor del proyecto, el presidente socialista François Mitterrand, la inauguró el 30 de marzo de 1989.
El encargado de construir el vistoso edificio acristalado que transformó la faz del Louvre y en cierta forma de París fue el arquitecto chino-estadounidense Ieo Ming Pei.
Mitterrand provocó una violenta polémica nacional con su deseo de instalar una obra tan vanguardista en el corazón del antiguo palacio real fundado por Carlos V el Sabio (1338-1380) sobre el fortín construido en 1190, junto al Sena, por el rey Philippe Auguste.
La obra de Pei se insertaba en un plan que muchos calificaron de faraónico, que incluía emblemáticos edificios como el Arco de la Defensa, la Opera de la Bastilla, la Gran Biblioteca Mitterrand o la rehabilitación de la Estación de Orsay, hoy Museo dedicado al siglo XIX y los impresionistas.
Desde el primer momento, la oposición fue dura y de la más diversa índole contra el «Gran Louvre», que incluía la creación subterránea de una inmensa galería comercial y un Carrousel capaz de acoger multitudinarios salones, desfiles y convenciones, también bajo tierra.
En aquellos tiempos encabezaba la protesta la idea de Pei de injertar allí el sobrio poliedro transparente, que terminaría teniendo 21 metros de altura y 34 de anchura, sobre una superficie de 1000 metros cuadrados.
Celebrado hoy casi unánimemente, el arquitecto tuvo, sin embargo, que modificar ciertos planes y limitar el tamaño de la pirámide, además de prescindir del vasto corredor semisubterráneo pensado para dar entrada a una media de 4,5 millones de visitantes anuales.
En su lugar se abrió un acceso directo en la propia pirámide, en su fachada principal, ante la que comenzaron a formarse de inmediato sinuosas colas, estilo Disney, para entrar a un museo que en 2008 atrajo a 8,5 millones de personas.
El Museo comenzará sus conmemoraciones el 3 de abril para celebrar el éxito de la operación Gran Louvre y la intacta belleza de su arquitectura, cuya etérea estructura de acero pesa 95 toneladas y su marco de aluminio y cristal 105 toneladas.
Las primeras fechas estarán dedicadas a la juventud, con especial ahínco en la nueva política estatal de ofrecer entrada gratis a sus museos a los jóvenes de entre 18 y 25 años.
El 8 de abril se celebrará una jornada-homenaje a Pei, en su presencia, con varios debates sobre el tema «Museo-Museos», que contarán con la participación de Rafael Moneo, entre otros especialistas.
Veinte años después de la construcción del hoy celebérrimo monumento, Pei, Moneo, Jean-Michel Wilmotte, Michel Macary y otros arquitectos de diferentes países darán un repaso a «la historia de los museos», además de evocar los aspectos más actuales de la cuestión.
Tomarán como punto de partida la espectacular integración de la arquitectura contemporánea en un lugar cargado de historia, como el Louvre, que vivió así una «profunda redefinición de la imagen pública y de sus usos sociales», según resaltaron los organizadores.
También para celebrar el trabajo de Pei y de los otros artistas que trabajaron en el proyecto, del 7 al 10 de abril se proyectarán en las fachadas del Museo los poemas luminosos de la artista estadounidense Jenny Holzer, titulados «Xenon for Paris».
Creado en 1793, poco después de la Revolución Francesa (1789), en el antiguo Palacio Real, el Louvre cuenta hoy con 300 salas repartidas en tres alas: Denon, Richelieu y Sully.
En ellas aspira a ofrecer una visión coherente de la historia del arte occidental, desde las civilizaciones antiguas y la Edad Media hasta medidos del siglo XIX, mediante la exposición de 35.000 obras de las cerca de 450.000 que posee.
Escribió: María Luisa Gaspar
Publicado en La Nación Arquitectura