Si caminamos por calle San Martín, en sentido oeste-este, nos encontramos, en la intersección con calle Vicario Segura, con el Seminario Mayor, obra del arquitecto Luis Caravati. El edificio forma parte de la arquitectura, que por su escala, se destaca en la ciudad, constituyéndose en uno de los elementos referenciales del paisaje urbano.
Precisamente, en la esquina mencionada, se está haciendo una obra que ilustra la fotografía de esta nota. Se trata de una pared hecha con ladrillos comunes y piedra, que reemplaza otra vieja de adobe.
Lo que quizás no sabe el lector, es que, en lugar de esa nueva pared se iba a construir una plazoleta. De haberse construido, se hubiera cedido a todos los vecinos de SFVC un hermoso espacio público. El proyecto se abortó y lamentablemente nos quedamos sin la posibilidad de contar con un lugar que iba a reforzar la arquitectura de Caravati en la ciudad.
Mientras escribo estas líneas, vienen a mi mente dos ejemplos de aportes realizados a favor del espacio público de una ciudad, en distintas escalas, que inmediatamente paso a contar.
La propuesta de Mies
Entre 1954 y 1958 el arquitecto Mies van der Rohe, diseña y construye en Nueva York, el Edificio Seagram , ya mencionado en esta columna de opinión. Este rascacielos de 39 pisos está situado en Park Avenue, en pleno barrio de negocios de Manhattan. El edificio está retrasado con respecto a la alineación de las demás construcciones, se levanta sobre una terraza que lo rodea y está delimitado por la avenida y dos calles laterales. Esta solución da una majestuosidad extraordinaria al edificio.
Pero más allá de esta somera descripción de la torre, hay que destacar la plaza que deja sobre la Park Avenue. Este espacio cedido al uso público –en un sector de la ciudad en el que los terrenos son los más caros del mundo– demuestran una sensibilidad muy especial que lo distingue de otros profesionales que hicieron un uso intensivo especulativo de la tierra del lugar.
La propuesta de un estudiante
Un estudiante del Taller I de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Rioja –en una de las críticas previstas–nos muestra al equipo docente de la cátedra, cómo en una situación similar de ocupación del suelo –pero en su caso con el diseño de una pequeña vivienda– tuvo una actitud diferente.
En la esquina donde debía desarrollar el ejercicio proyectual, se encuentra un inmenso árbol. Carlos –el joven estudiante– lo cedió al espacio público, retranqueando la pared que cierra el espacio privado de la casa. Llega a colocar, inclusive, un par de asientos para que los vecinos riojanos puedan disfrutar de su sombra…
Con absoluta generosidad, el estudiante piensa cómo hacer para que ese hermoso árbol pueda formar parte del barrio, sacrificando su uso privado. Además, en la crítica cuenta cómo convencer al usuario de la actitud que debemos tomar con nuestro espacio privado en relación con la ciudad.
Lo que no fue
Pienso –mientras escribo esta nota, alentada por muchos vecinos que siguen nuestras opiniones– en la actitud miserable de quienes tomaron la decisión de volver a construir la pared en el Seminario Mayor, y no ceder al espacio público aquella plazoleta proyectada, para jerarquizar semejante obra patrimonial de la ciudad.
Considerando las escalas, del espacio del seminario y de la vivienda del estudiante, no puedo dejar de sorprenderme gratamente de la enseñanza que nos deja el joven y la mezquindad de los otros…
Hola Basilio;¿sabes que uso se dará ahora a este espacio?
Muy buena la nota profe,Es verdad todo lo que se pierde en espacio que son necesarios para sastifacer las necesidades de las personas como son lugares Publicos.En fin saludos 😀
hola profesor basilio realmente estoy muy contento y entusiasmado ojala que este problema de una de las obras emblemáticas de catamarca como lo es el seminario mayor se pueda solucionar, gracias por compartir mi idea en esta nota, me da una satisfacción enorme.
sin mas que agragar atte carlos un abraso, nos vemos en clase
Muy linda la nota !!
Hola Carolina. El espacio interior volverá a ser un depósito al aire libre de muebles viejos y basura…
Comparto tu opinión, el Seminario hubiese lucido en su esplendor con esa plaza. El cerramiento impide disfrutar de la obra, no deja la distancia necesaria para observarla. Es una pena!!
Realmente es una actitud miserable de parte de las autoridades del Seminario Mayor la de no ceder ese espacio al público, al pueblo, a la comunidad de la que tanto provecho han sacado por los siglos de los siglos.
Está a las claras que no solamente la ciudadanía se hubiese beneficiado en caso de haberse concretado la plazoleta, sino también y como se ha mencionado, el propio edificio del Seminario; lo cual naturalmente hubiese incrementado y valorizado el aspecto estético y patrimonial del conjunto. Una lástima que la Iglesia haya abortado un proyecto tan coherente y pertinente.
Quiero creer que en un acto de humildad, solidaridad y profundo civismo, la curia en realidad nos sorprenda donando la totalidad de los fondos obtenidos mediante el negocio del estacionamiento para la construcción de nuevas plazas y plazoletas dentro de un territorio que tanto les ha dado, por los siglos de los siglos.
Lo peor, además de la pared, es que se pavimentó el predio. Espantosa y atroz decisión.