En el afán de contribuir con ideas –como todos los vecinos de esta ciudad– quiero hoy contarles una experiencia que deberíamos poner en práctica: implementar el servicio de un ómnibus turístico urbano.
Está bueno analizar qué hicieron en otras ciudades para ver, precisamente, si podemos aprender de ellas “el concepto” sobre la forma de abordar la problemática turístico-urbana.
Recuerdo en una oportunidad que, visitando la ciudad de Curitiba, pude subirme a un ómnibus que nos llevó a recorrer sus calles. El sistema era absolutamente flexible, es decir, podíamos subir y bajar del micro las veces que quisiéramos y recorrer así el atractivo turístico de la ciudad: sus parques.
El recorrido completo, sentado en el bus, es de casi dos horas. El boleto que se compra en cualquier agencia de viajes, o en el mismo vehículo, les permite a los visitantes usarlo durante dos días. Y es que la gente puede recorrer, una vez que baja en una parada, el tiempo que quiera, el lugar que quiera…
Este ejemplo suena interesante para aplicarlo en nuestra ciudad. Quizás el municipio podría poner una unidad a disposición de los turistas, con un buen ploteado en su carrocería, enfatizando los slogans que la identifican turísticamente.
Podría hacer dos recorridos, uno a la mañana y otro a la tarde. El circuito se lo podría armar en base a los distintos espacios públicos emblemáticos de la ciudad, el patrimonio arquitectónico –fundamentalmente de Caravati– y las vistas que se tienen de la ciudad desde El Jumeal, por ejemplo.
En una etapa posterior, cuando el proyecto se auto-gestione, producto del uso que le darían los turistas o los vecinos que contribuyan con el pago del ticket, el emprendimiento estaría en condiciones de funcionar autónomamente. El desafío sería comenzar.
Un guía en su interior podría ir contando los lugares por los que se desplazaría el coche y permitir el descenso de pasajeros que, quizás, quieran quedarse en algún lugar determinado.
Los mismos vecinos de la ciudad podríamos usarlo para conocer las curiosidades de nuestra ciudad y “aprender a ver” nuestra naturaleza y cultura. Así, nos concientizaríamos de lo que tenemos, para contarles a los turistas. Esto que escribo no lo inventaron en Curitiba; en muchas ciudades existe y es absolutamente un éxito. Permite que la gente “viaje” por la ciudad.
Cabe aclarar que los taxistas no deben temer por un sistema de transporte turístico, como el que menciono en esta página. No hay que tener miedo a la competencia. No toda la gente que nos visita está en condiciones de pagar un taxi. Además, muchos turistas quieren vivir la experiencia de la gente de una ciudad usando los medios de transporte colectivos. ¿O no hablamos muchas veces desde esta columna que el turista va a un lugar a vivir experiencias?
Un sistema de recorrido de la ciudad con un bus turístico, sería una experiencia de avanzada en la ciudad. Tenemos un destacable patrimonio arquitectónico para mostrar y también un maravilloso patrimonio natural. ¿Quién no se sorprendería gratamente con ver la ciudad desde El Jumeal? Si las laderas del Ancasti cambian de color y textura a lo largo del año y del mismo día, como un hermoso telón de fono, cual puesta escenográfica…
Cuando vemos en otras ciudades del mundo cómo hacen para ingeniárselas y ofrecer productos turísticos urbanos, realmente nos damos cuenta que no hay límites para la imaginación.